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jueves, 3 de octubre de 2013

LLEGÓ EL OTOÑO.


Hace quince días que llegó el otoño, la estación más nostálgica, en ella vemos como  el paisaje que nos rodea va cambiando hacía unos tonos amarillos y marrones, las hojas de los árboles van secándose poco a poco hasta desaparecer.
Es tiempo de recogida de la  fruta que tenemos en Trasona: 

Las avellanas


Las manzanas 

Los Kiwis

Las uvas

Los figos Miguelinos

Las castañas

En esta época del año se recogen las fabas, que se dejan secar, se mallan, para después escoger y seleccionar, antes de guardar.


En el otoño también recogemos el maíz, antes esto constituía  una fiesta en nuestro pueblo, los vecinos se reunían cada día en una casa para esfoyar y enriestrar , porque al ser un trabajo bastante laborioso se necesitaba mucha gente para poder realizar este trabajo de una manera más cómoda y rápida, en esta tarea colaboraban todos, desde los niños hasta los ancianos, los niños y las mujeres esfoyaban y apurarían las panoyas, mientras los hombres las enriestraban para luego subirlas a los hórreos, donde las colgaban.
Era una fiesta más que un trabajo, se contaban historias y se cantaban cantares, era también una ocasión para que los mozos comenzaran a cortejar a las mozas, se colocaban al lado de las que les gustaban, para tener un acercamiento a la hora de que les apurrieran  las panoyas.


Hoy en nuestro pueblo casi se ha perdido esta tradición hay muy pocos hórreos con el maíz colgado, esta imagen es de Bardasquera.
 Hay algunas tierras sembradas con maíz, pero las máquinas son las que se ocupan de cortarlo y prepararlo para comer los animales.
Antes el maíz se llevaba a moler al molín para hacer papas y boroña, ahora en Trasona desde hace años  no funciona el molín.

Pero si hay labor que los vecinos hacían con alegría era llevar las manzanas al llagar, para hacer sidra.
La sidra del duerno, recién pisada era y es la más rica, dulce, resulta buenísima, para mi gusto es una de las cosas más ricas, es un placer tomarla con unas castañas asadas.


En Trasona había unos cuantos llagares, eran famosos los de Villar, el Molin, el de C´Santa, que todavía perdura, aunque hace unos años que Pepe ya no pisa la sidra.
La sidra la embotellaban y se distribuía por los bares y hogares de Trasona y Avilés.
En el llagar de Villar y el Molín se hacían espichas par los amigos, cuentan que en Villar se celbraban fiestas que duraban dos o tres días.


Celebremos la llegada del otoño, aunque tengamos que decir adiós al verano tan estupendo que disfrutamos este año, estos días siguen siendo buenos y con temperaturas altas.

Desde el día 1 de Octubre ya se pueden quemar los rastrojos del huerto, ya podemos hacer fogueras, pero siempre con cuidado y en una zona que no tengamos riesgo de que se extienda el fuego.

Cuando en todas las casas de Trasona había cocinas de carbón, en esta época, se iba al monte por troncos y cañas para hacer astillas o trozos grandes, que luego se colocaban en unos montones bien aireados para que secaran en un sitio  al resguardo del agua, para encender durante todo el invierno la cocina.
Entonces pasabas por las quintanas  y oías el ruido seco que producía  el hacha al cortar la madera encima del picadero, eso siempre ocurría al atardecer, este es uno de mis recuerdos del otoño en Trasona, además de el olor de las  chimeneas al quemar la leña y el sabor de la "sidra del duerno", que tomábamos en casa  de Manolo Gavitos o de Ca´Santa.
Dentro de poco se comenzarán a hacer los tradicionales amagüestos por todo Asturias. en los colegios y en los pueblos, una tradición que no debe de perderse, asar castañas al fuego y tomarlas con sidra del duermo, todo un placer compartiendo charla con los vecinos esperamos que en Trasona podamos celebrarlo este año.








miércoles, 15 de agosto de 2012

LOS HUERTOS DE TRASONA



Al ver alguno de los huertos de mis vecinos, viene a mi memoria lo que costaba hace cuarenta y cincuenta años trabajar la tierra.
Casi todas las familias de Trasona tenían su huerto, que trabajaban principalmente las mujeres, los hombres de casería tenían bastante con atender el ganado e ir a segar para dar de comer a los animales, solamente iban con el arado y las vacas o el mulo cuando había que preparar grandes tierras para sembrar maíz y fabas o plantar patatas.
Había otras familias que no teniendo casería y los maridos con otras profesiones tenían pequeños huertos que las mujeres trabajaban con cariño y aún sin saber  hacerlo muy bien  y recibir muchas criticas, tenían abundante cosecha de patatas, cebollas, ajos, tomates.......

Lo más difícil era sacar las patatas con la pala de dientes, ya que las que no tenían ninguna experiencia de cada tres patatas picaban por lo menos una, pero también se comían, las patatas se dejaban secar en la tierra y se recogían al final de la tarde, y aunque parezca increíble a pesar de los malos tiempos se respetaban y nadie  las cogía.


Hoy los huertos pequeños los trabajan principalmente los jubilados que pasan sus horas preparando el terreno para la siembra no con la pala de dientes sino con unos pequeños retovator  que les hace la labor mucho más fácil.
El abono de antes era el cucho de las cuadras, actualmente también se usa, y alguno de estos agricultores tienen un gallinero y animales pequeños para aprovechar el estiércol, y hasta hacen compost con las compostadoras servidas por el Ayuntamiento para abonar sus huertos

Da gusto ver los huertos estos días, las patatas y cebollas ya las han sacado y  los tomates, fréjoles, pimientos,  y  lechugas están para recoger.


   En el huerto de un asturiano hay algo que no puede faltar, son las berzas, unos las prefieren más amarillinas, otros más oscuras o verdes......, pero unas buenas berzas bien regadas para poder comerlas cuando apetezcan y que estén tiernas. No hay nada que lo supere para uno que presuma de asturiano.


Para acompañar las berzas, además de las patatas también  hay que plantar fabas de la granja que presta mucho cosecharlas y si te salen buenas, dar la prueba a los amigos, que seguro que te lo agradecen.
La manera tradicional de plantar las fabas en Asturias toda la vida y en Trasona había grandes plantaciones en la vega del río antes de Ensidesa, era sembrar maíz y al lado las fabas para que las protegiese y sirviera de apoyo, las fabas se iban enroscando en el maíz y se aprovechaban los dos alimentos.


A pesar de estar tomadas las tres fotos en huertos de Trasona en los mismos días podemos ver  tres formas de plantar las fabas, la primera foto con el maíz es de Josefina la del Cubano, la segunda es de Eduardo, y la tercera es el de Josefina y Manolo de Santa Cruz.


A parte de estos tres huertos que sacamos en esta entrada, Trasona tiene otros muchos hechos con todo el cariño por sus propietarios que disfrutan cuando recogen una buena cosecha y se enfadan cuando las cebollas o las patatas no salen todo lo buenas que ellos quisieran, a pesar de todo su esfuerzo.
Esperemos que esta san costumbre siga siempre en nuestro pueblo.







jueves, 29 de marzo de 2012

                 EN TRASONA YA NO HAY MOLINEROS


Elia de joven al fondo el molino

En Trasona, cerca del palacio de los condes de Peñalver había un molino al lado  del rió Alvarés del que gracias a una ñora  se recogía el agua con toda la fuerza  para  que el molino hiciese de los granos de maíz  una harina fina muy apreciada  por los vecinos de Trasona para hacer papas o fariñas y unas buenas boroñas.

Los primeros datos que tenemos de los molineros datan de finales de 1800, en la lista de colonos de los condes de Peñalver figura el nombre de D. Eduardo Guardado Solis.
En 1933 pagaban de renta anual  a los condes por el  molino 450 pesetas, según consta en los documentos 

Eduardo Guardado se casó con Rosa y tuvieron tres hijos: Emilia, Pilar y Pepe.
Según relato de  su nieta Elia, un día Eduardo vio a Rosa en la ñora del río, pero cuando llegó a casa asustado no la encontró y le dijeron que era imposible porque Rosa había ido a la Iglesia, a los dos días Rosa se murió repentinamente y su marido se quedó viudo con tres hijos pequeños y solo con la ayuda de su madre para atender a los niños y al molino.

                                 Eduardo con sus dos hijas  Pilar y Emilia 

Nunca se quiso casar otra vez y al fallecer su madre contrató una molinera para que le ayudase en el molino, a las hijas no les gustó mucho la idea porque la molinera censuraba todo lo que hacían.
Con el tiempo Pilar se casó y vivió en Overo, Pepe emigró a America, y Emilia se casó con José Fernandez, también era de Trasona, de casa Berdeja, se quedaron en el molin.

Imagen de la boda de Emilia y José

Con la llegada de José, el molino tuvo su época de esplendor. 
Al tener siete hijos tuvieron  que ampliar la casa, antes de la guerra subieron un piso y lo acondicionaron para vivir con un poco de comodidad, también construyó un llagar donde se hacía sidra de toda la manzana de las pumaradas de  Trasona, sidra que tenía mucho prestigio y vendían a todas las sidrerías de Avilés y comarca.

José y Emilia inculcaron a su familia unos valores morales y religiosos, a su casa no llagaba ningún pobre sin que le dieran de comer , techo y hasta les lavaban la ropa para que continuasen limpios y secos pidiendo por los caminos de Asturias                                                                                  

  José y Emilia tuvieron siete hijos: Otilia, Arcadio, Piedad, Covadonga, Elia, Lalo y Antonio
Otília se casó y  fue para Valliniello, Arcadio se hizo comerciante de Avilés,  Covadonga se caso con Pepe C´  Candido, tuvieron tienda y bar en S. Pelayo en Trasona, les expropiaron para hacer la autopista, Elia se casó con Arturo y vivieron en Overo, Lalo se caso con Nieves y se quedó a vivir en el molino con sus hermanos Piedad y Antón que se quedaron solteros.

Con la llegada de Ensidesa a Trasona todo cambió, con la construcción del pantano desapareció la fuerza del agua de la ñora y tuvieron que conectar el molino a la corriente, también  desaparecieron las grandes pumaradas y  las vega llenas de maíz y fabas de nuestro pueblo.

El llagar y el molino fueron muriendo  poco a poco,  como José el molinero.

El recuerdo que yo conservo del viejo molino es ir con mis tías  a llevar maíz en un paxo y una saca  de tela para al cabo  de unos días a recoger la saca llena de harina, siempre nos atendía Piedad , muy limpia pero con sus prendas oscuras y su pelo emblanquecidas por el polvo de la harina del molino, Piedad siempre daba una sensación de serenidad, las tres hermanas que yo conocí Piedad, Covadonga  y Elia eran iguales educadas, sencillas y cariñosas con todo el mundo

Hace una semana  hemos enterrado a Elia, la última hija de José y Emilia que todavía vivía, con ella se fueron los relatos de las historias del molino que contaba a sus hijos Juan, Roberto y Cova, estas historias  quedan en la memoria de sus hijos, nietos y a su nuera Justi que pasó toda la vida viviendo a su lado escuchando las narraciones de Elia.


Elia murió como vivió, tranquila, en paz y feliz en casa de su hijo Roberto, rodeada de sus hijos, nueras  y de los cuatro nietos  de los que estaba tan orgullosa.


Elia con sus nietos hace un año