Nos hemos acostumbrado a comer los pollos que venden en las carnicerías procedentes de las granjas y que no saben a nada, hemos olvidado el sabor de un buen ¨pito de caleya¨ que no tiene nada que ver con los de granja.
Cuando acudimos a comprar el pollo a una carnicería o al supermercado ya nos viene desplumado, nuestro carnicero lo partirá como le pidamos o en las grandes superficies vienen envasados enteros, por zancas, pechugas .....
El pito de caleya vive al aire libre, sale todos los días a la huerta para comer todo lo que puede y cuando le apetece regresa al gallinero para seguir comiendo maíz o descansar.
Crece poco a poco con una musculatura bien desarrollada, de correr por los praos cuando le acecha algún peligro.
El pito de caleya vive al aire libre, sale todos los días a la huerta para comer todo lo que puede y cuando le apetece regresa al gallinero para seguir comiendo maíz o descansar.
Crece poco a poco con una musculatura bien desarrollada, de correr por los praos cuando le acecha algún peligro.
A los que no los tenemos, cuando nos regalan un buen pito de los de siempre, es un lujo.
Una tradición de Trasona es darlo recién matado con todo su plumaje para que veas lo hermoso que era, te da un poco de pena de que hayan sacrificado un pito tan bueno por tu culpa pero, te va a encantar comerlo.
Te armas de valor y te pones a hacer lo que viste en casa cuando eras pequeña a tu madre, a tu abuela o a tus tías, desplumar el pito metiéndolo en agua hirviendo, para que las plumas se puedan quitar fácilmente.
Con el pito limpio de todo su plumaje, nos queda una tarea mucho más laboriosa, trocearlo, nos va a resultar bastante más difícil que con los pollos comprados, el tamaño de nuestro pito es considerable, y sus carnes están fibrosas y con bastante grasa, pero no hay nada imposible con unas buenas herramientas y con muchas ganas.
Buen provecho.
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